En el complejo paisaje de la Gestion Emocional, a menudo nos encontramos ante el concepto de positivismo tóxico. Este fenómeno a simple vista paradójico, implica la promoción excesiva de la positividad, a expensas de la autenticidad emocional. En un mundo donde la felicidad y la positividad son enaltecidas, se nos insta a esconder nuestras emociones negativas o considerarlas como algo incorrecto. Pero ¿que repercusiones tiene está actitud en nuestra salud?
la negación de emociones y la presión para mantener una actitud positiva constante puede arrastrarnos a la invalidación de nuestras experiencias internas legitimas. Al ocultar o ignorar emociones como la tristeza, la ira o el miedo, no solo estamos engañándonos a nosotros mismos, sino que también estamos creando un terreno fértil para el crecimiento del estrés emocional y la incomodidad psicológica.
Para contrarrestar el impacto del positivismo tóxico a travez de la gestión emocional, es fundamental fomentar la aceptación de la dualidad emocional. Reconocer que todas las emociones, sean estas de dolor, de alegría, de tristeza, de enojo, de ira, etc., forman parte de la experiencia humana y nos permiten abrazar nuestra complejidad emocional de manera más autentica.
La clave para superar el positivismo tóxico radica en la validación de nuestras emociones sin importar su naturaleza. Al permitirnos sentir y expresar libremente nuestras emociones, construimos una relación más compasiva con nosotros mismos. Esta actitud nos permite navegar los altibajos de la vida con mayor resiliencia y bienestar emocional.
Al adoptar un enfoque más equilibrado hacia nuestras emociones, podemos cultivar una gestión emocional más auténtica y enriquecdora. Aceptar nuestras emociones, tanto las agradables como las desafiantes, nos permite abrazar nuestra humanidad en toda su complejidad, y nos brinda la oportunidad de crecer y sanar desde un lugar de autenticidad y compasión.
- Ruth Mier
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